Pero sucedió, me fui y estoy feliz por todo lo bien que me ha hecho ese viaje. Estoy feliz, genuinamente feliz :) y en paz (no, no estoy muerta xD) pero estoy tranquila, zen como dirían los entendidos de la vida tranquila... he caminado como he querido (22km un día... no sé en qué estaba pensado xD), he reído sola, he hablado sola, he tomado fotos con mi cámara y con mis ojos y he sido inmensamente feliz viendo el mar y la luna sin preocuparme por absolutamente nada. Sentada ahí me di cuenta que pueden haber millones de preocupaciones pero a veces necesitas esos instantes de “nada” para sentirte tan bien :’) tan tu y llenarte de esa energía.
Sí, puede que suene medio egocéntrico compararme con la luna pero no lo digo en el sentido de soberbia o por ego, sino más bien en el sentido más puro y genuino que refleja su luz :) porque sí, hay veces (cuarto menguante y esas fases xD) que la luna no puede brillar por todas las adversidades y oscuridades que son más grandes que ella pero tiene que tener paciencia (poco a poco lo estoy logrando) porque luego crece y se vuelve mucho más que cualquier oscuridad.
Estoy muy feliz, cada viaje tiene algo nuevo. Y con cada uno ganas algo de ese destino y también se queda una partecita tuya allá por los rincones que andas, mi alma ya está partida en millones de lugares, de momentos, de cosas no turísticos pero que a mí me llenan y en Chile creo que se quedó eso malo con que fui, esa tristezarareza con la que pise el aeropuerto, eso se quedó allá y en cambio me traje toda esa buena onda y armoniozidad de Valparaíso ❤️
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